Las historias de ESPA: hoy narra Yolanda

No tengo referencias de antepasados que hayan emigrado a otro país, pero sí conozco a quienes han tenido que salir de su hogar huyendo de la pobreza de la zona rural. Hablo de mi abuela, viuda y con cuatro hijos, entre ellos mi madre.

Su situación era precaria y desesperada. Tenía que luchar por su supervivencia y la de sus hijos. La hija mayor falleció; la siguiente en edad, mi madre, con siete años, fue acogida por una señora de ciudad, quien le daría alojamiento y manutención a cambio de sus servicios como sirvienta. La otra hija la envió a vivir con una tía, de esta manera pudo cuidar del pequeño de la familia sin grandes dificultades y sin salir de su hogar.

Y aquí se encontraba mi madre, en la Ciudad, lejos de su familia, sin escolarizar y trabajando con siete años.

Pasó el tiempo y mi madre se enamoró de mi padre. Se sintió acogida por su nueva familia y se fue a vivir con ellos y, como consecuencia, dejó de ser necesaria en su trabajo: el alojamiento y la manutención debían cambiarse por un salario, y eso no era aceptable para la señora.

Nunca contó casi nada del periodo de su vida que vivió en la casa donde trabajó durante muchos años, era como si ese tiempo no hubiera existido para ella.

Mi madre se casó, tuvo dos hijas y varios nietos.

¿Prosperó en la vida?

No lo sé.

¿Qué es prosperar?

Si le preguntásemos a ella, que era analfabeta, que no tuvo familia en su niñez y que nadie le enseñó que podía progresar en la vida, seguro que su respuesta era que lo que buscaba era la felicidad.

Y eso lo consiguió.

Mi madre progresó en la vida porque consiguió lo que anhelaba.

Bien hecho, mamá.

Yolanda Fernández (4º ESPA tarde)

¡Gracias por compartir, Yolanda!

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